La alfabetización es un proceso constante, que tiene relación con el sentido que encuentre el sujeto a aquello que está “decodificando” en el lenguaje, existen por tanto varios momentos de ésta, ya que la alfabetización así comprendida se daría a lo largo de toda la vida.
La alfabetización inicial, es desde esta perspectiva, el proceso que se da desde los primeros acercamientos al lenguaje impreso hasta la etapa de decodificación comprensiva de éste mismo que surge en el nacimiento hasta el logro de escritura y lectura.
En base a lo anterior es posible vislumbrar un cambio de enfoque en la enseñanza de la lectoescritura dentro de las salas de clases, puesto que se parte de la base de que los estudiantes viven en un mundo “alfabetizador”, que los obliga a aproximarse al lenguaje escrito y hace significativo el postulado de que escribir es una herramienta fundamental y es necesario aprender a hacerlo.
Desde estos postulados surge la siguiente pregunta, ¿quién debe guiar el proceso alfabetizador de los estudiantes? Existen frente a esto diversas posturas que van desde aquellos educadores que siguen creyendo que este proceso dependerá de la información que éster sea capaz de aportar y otros que consideran que las experiencias personales son el eje fundamental. Mi posición es que las experiencias personales son la base de toda experiencia lectora y escritora que vaya a desarrollar un estudiante dentro del contexto escolar.
Ahora bien, si las experiencias personales serán las verdaderas guías del proceso alfabetizador que viva cada estudiante ¿cuál es el rol del profesor? El rol del profesor es de mediar entre las experiencias que aporta el entorno significativo para el estudiante y la propia posición subjetiva de éste, al más puro estilo de Vigotsky, generan experiencias dentro de la sala de clases lo más parecidas posible a las que encontrará el niño en la “vida real”, tomando un papel tremendamente relevante actividades con instrumentos auténticos, paredes de palabras y todo tipo de actividades que hagan explícita la idea de que vivimos en un mundo donde el lenguaje escrito juega un rol fundamental y es útil para una infinidad de situaciones.
¿Donde está el reto? El reto para los profesores está en tomar el lugar que nos corresponde dentro de este proceso, asumiendo que no seremos los protagonistas, ni los precursores de una novedad para los estudiantes y esta es la clave, sino que seremos quienes colaboren en el proceso de los estudiantes de hacerse concientes de que viven en un mundo letrado, donde aprender a leer y escribir es el punto seguido dentro de un proceso que los acompañará durante toda la vida, hecho que no significa otra cosa para ellos que la posibilidad de integrarse efectivamente a la sociedad
La alfabetización inicial, es desde esta perspectiva, el proceso que se da desde los primeros acercamientos al lenguaje impreso hasta la etapa de decodificación comprensiva de éste mismo que surge en el nacimiento hasta el logro de escritura y lectura.
En base a lo anterior es posible vislumbrar un cambio de enfoque en la enseñanza de la lectoescritura dentro de las salas de clases, puesto que se parte de la base de que los estudiantes viven en un mundo “alfabetizador”, que los obliga a aproximarse al lenguaje escrito y hace significativo el postulado de que escribir es una herramienta fundamental y es necesario aprender a hacerlo.
Desde estos postulados surge la siguiente pregunta, ¿quién debe guiar el proceso alfabetizador de los estudiantes? Existen frente a esto diversas posturas que van desde aquellos educadores que siguen creyendo que este proceso dependerá de la información que éster sea capaz de aportar y otros que consideran que las experiencias personales son el eje fundamental. Mi posición es que las experiencias personales son la base de toda experiencia lectora y escritora que vaya a desarrollar un estudiante dentro del contexto escolar.
Ahora bien, si las experiencias personales serán las verdaderas guías del proceso alfabetizador que viva cada estudiante ¿cuál es el rol del profesor? El rol del profesor es de mediar entre las experiencias que aporta el entorno significativo para el estudiante y la propia posición subjetiva de éste, al más puro estilo de Vigotsky, generan experiencias dentro de la sala de clases lo más parecidas posible a las que encontrará el niño en la “vida real”, tomando un papel tremendamente relevante actividades con instrumentos auténticos, paredes de palabras y todo tipo de actividades que hagan explícita la idea de que vivimos en un mundo donde el lenguaje escrito juega un rol fundamental y es útil para una infinidad de situaciones.
¿Donde está el reto? El reto para los profesores está en tomar el lugar que nos corresponde dentro de este proceso, asumiendo que no seremos los protagonistas, ni los precursores de una novedad para los estudiantes y esta es la clave, sino que seremos quienes colaboren en el proceso de los estudiantes de hacerse concientes de que viven en un mundo letrado, donde aprender a leer y escribir es el punto seguido dentro de un proceso que los acompañará durante toda la vida, hecho que no significa otra cosa para ellos que la posibilidad de integrarse efectivamente a la sociedad
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para conocer más acerca del tema, visitar:
www.psicopedagogia.com/articulos/?articulo=442 - 88k
www.educacioninicial.com/ei/areas/literaria/tematicas/alfabetizacion/index.asp -
www.puc.cl/noticias/ficha/pub525.html
www.uccor.edu.ar/paginas/encuentro1/chada.D.pdf
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